Hoy el Washington Post tiene una nota muy interesante sobre las cada vez más inútiles y artificiales entrevistas a famosos. Me tocó de cerca, ya que es un género que nunca me gustó mucho, que poco he practicado, pero que esta semana tuve que revisitar (estando otros colaboradores del medio en cuestión de vacaciones veraniegas).
Dice la autora Ann Hornaday (traducción libre par moi): "La entrevista de celebridades está en crisis. Por un lado se ha convertido en una reliquia calcificada, un ritual mustio y sin aire del complejo industrial del entretenimiento". En otro párrafo, dice que este género ha terminado siendo "controlado con precisión militar por los marketineros".
Eso es exactamente lo que uno siente cuando por ej. entrevista a la Next Big Thing del mundo pop.
El ritual se trata de convivir por varias horas -si tenés la mala suerte de que te toque un/a divo/a que te hace esperar porque se cree super-importante- con publicista, ejecutivo de discográfica, peinador, estilista, quizá algún guardaespalda, etc.
Todos hablan maravillas de la estrella. Y vos tenés que ser simpático. A estas alturas, ya parece que queda mal tener la intención de hacer alguna pregunta aunque sea levemente crítica o realmente inquisitiva. Lo que esperan la estrella y su entourage es, básicamente, lo mismo de siempre. Que si desde chiquita te interesaba la música, que cuáles son tus ídolos, que qué distinta/original/particular eres, etc. etc. etc.
Y anotar la sarta de lugares comunes que fluyen de su boca maquillada.
Si a esto se le suma el hecho de que a mí personalmente hacer una de estas entrevistas me motiva menos que ir al dentista, entenderá el estimado lector el esfuerzo intelectual/anímico que tengo que hacer para no mandar a todo el mundo a donde se merecen después de esperar una hora y media que la estrella se termine de peinar.
Gran parte del problema es lo que espera el medio para el que uno trabaja. Dice una experimentada periodista en la nota del WP que las revistas quieren que las estrellas se vean simpáticas, alguien con quien los lectores puedan identificarse, que les permita imaginar que podrían ser amigos.
Yo sé que el medio que me pidió hacer esta nota de tapa quiere un relato "pum-para-arriba", optimista, simpático, sobre esta nueva starlet que emerge en el mundo pop. No les interesa, ni al editor ni a los lectores, el escepticismo que me chorrea por los dedos mientras garabateo en mi anotador esperando que la diva se digne recibirme.
Suena muy orwelliano, pero uno se siente un engranaje más en un star system bastante patético. Que la radio tal, que la revista tal, que la discográfica tal, todos metidos tratando de sacar su porción... en fin.
Dice la nota del WP que en 1996 Esquire publicó una nota a una estrella ficticia en tapa, llena de exageraciones, intimidades, etc., como buena nota de celebridades. Resultado: los agentes no paraban de llamar para tratar de contactar a la falsa estrella.
"Te engañas si piensas que estás haciendo una contribución a la cultura", dice la periodista. "Lo que estás haciendo en realidad es lograr que la gente vaya y compre una entrada al cine". (O, en este caso, que baje un single de iTunes).
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1 comment:
Clarísimo, che. Muy bueno.
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