Hernán Casciari es sin duda una de las figuras destacadas del mundo bloggero en español. Es un capo, escribe muy bien, y le ha encontrado la vuelta al medio más rápido que ninguno, con blogs, blogonovelas, doce sitios propios al día de hoy. Aquel que no haya leído Orsai, no sabe lo que se pierde. (Sobre todo, los argentinos exiliados de la generación 2.0.0.1).
La última de Casciari es que durante seis meses publicó una novela de incógnito a través del sitio del diario español El País. "Yo y mi garrote" se llamó, y se suponía que eran relatos de un tipo encerrado en un manicomio por matar a su padre.
Hasta ahí, todo bien.
El problemita, según yo, es lo que hizo El País.
Según cuenta el propio Casciari, "los editores de El País ayudaron bastante a crear un clima propicio de 'certeza'". ¿Cómo?
Publicaron una noticia falsa.
El día que anunciaron el lanzamiento del blog, dijeron que lo habían "descubierto" a través del propio sitio del diario. Inventaron una entrevista con un siquiatra, etc. Una historia conmovedora.
Según dice Casciari, para él, lo importante era que su identidad no fuera descubierta. Si eso pasaba, le arruinaban el hecho artístico, digamos.
Pero lo que hizo el diario, para mí, es vergonzoso: publicar una noticia falsa, con el objetivo último de generar más tráfico en su sitio. Los tapó el agua, me parece, si rompen la relación de credibilidad con sus lectores así de fácil.
Exagerando un poco nomás, supongo que de ahora en adelante, al leer una noticia de ELPAIS.com, hay que pensar: ¿qué negocio estarán ocultando?, ¿qué salen ganando con esto?, ¿dónde está la trampa?
En la nota en que el diario por fin revela el secreto, ni se molestó en mencionar el tema de la ética periodística. Al menos, hubiera pedido disculpas o fundamentado su decisión -- al fin y al cabo, una aclaración no se le niega ni a la víctima de una cámara oculta.
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